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lunes, 5 de mayo de 2014

PIEDRA MUERTA

Sentada en la punta de las rocas más castigadas del Atlántico, la vio fugazmente y creyó que desvariaba. Se frotó los ojos rojos de la salitre y el gin-tonic a partes iguales, se levantó trabajosamente sobre sus leggins catarateados de alcohol y labia decenas de veces durante toda la noche, y sacó del bolso en bandolera, con una sola mano libre, el teléfono móvil fucsia. Pulsó la lupa compulsivamente hasta agrandar a gusto aquella faz siniestra que el agua lamía mientras nacía la aurora sanguina de un día cualquiera, y disparó la instantánea segundos antes de partirse la crisma contra la calavera esculpida por la olas. No sabía que aquella zona era llamada, por algún motivo, la Piedra Muerta. 


Imagen propia de las rocas en A Boca do Río, Carnota.

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